Choche. EstudioEstres.

10 de enero de 2010

Roberto Innocenti, la realidad en una ilustración

"Es verdaderamente difícil saber exactamente lo que hay dentro de uno mismo, más difícil aún es escribirlo, pero todavía lo es más dibujarlo" (Roberto Innocenti).



Hasta ahora, en mi blog han aparecido fotografías representando los valores cotidianos de los cuentos. Pero, se me ha vuelto a cruzar en mi camino este ilustrador italiano, tan querido por cualquiera que en algún momento ha podido apreciar sus dibujos (en concreto los de sus cuentos infantiles). Tanto niños como adultos no pueden pasar por alto una admiración que surge expontáneamente al contemplarlos. Y, en mi caso, haré especial hincapié en el reflejo de la realidad (incluso de diferentes épocas históricas) a través de sus dibujos.



Son unos pocos cuentos los que ha ilustrado Innocenti, pero de cada uno podemos extraer muchos datos que me ayudan a demostrar lo que digo, además de que nos permiten conocer más la forma de trabajar del ilustrador.



En La Cenicienta (1983), Innocenti recrea la ciudad de Londres de los años 20, pero sin tocar apenas el clásico de Perrault. Gracias a ésto podemos conocer más detalles (vestuario, mobiliario, arquitectura...) de esta época. Se nos muestra así, un afán documental del autor de estos dibujos, pues lo vemos en cualquiera de sus obras.




También me recuerda, de alguna manera, a la película Shrek, en la que la crítica a los cuentos clásicos es interesante y acertada, y vista desde la actualidad. ¿Dónde observamos esto en La Cenicienta? Pues, por ejemplo, en la imagen del príncipe (nobleza europea actual) o el final de una madastra adicta a la bebida.



Seguimos con las ilustraciones de Rosa Blanca (1985). En éstas descubrimos otra faceta propia de su autor, el estilo realista que nos conduce a un documental histórico (la Segunda Guerra Mundial). Hay expertos que, por ello, han puesto en duda lo adecuado de estos cuadros de Innocenti. Pero él mismo ha opinado sobre esto para explicar por qué trabaja así y por qué considera que es lo mejor para los niños. "Los adultos, padres, maestros, los protectores de los niños quieren para éstos las cosas que no hacen daño. Piensan que es mejor que el niño viva en un mundo dulce, mórbido, etéreo, infantilizado, reducido y protegido. Esto ha dado como resultado en el mundo editorial una preferencia por un tipo de ilustración con estereotipos infantilizados, que parece que les da buenos resultados. Así, no corren riesgos. Los niños lo aceptan quizás porque se les ofrece como adecuado a ellos, infantil, pero llega un momento en que se aburren de todo esto porque es siempre lo mismo. Este modo de educar es artificial y al creador le exige poco. Creo que los niños son más inteligentes y valientes. De todas maneras, es difícil decir quién se equivoca y quién tiene razón.” Castillo, Montserrat. “Roberto Innocenti”. En Revista CLIJ, Año 9, Nº 87; Barcelona, octubre de 1996; pág. 49.



El estilo realista queda evidente en su ilustración más explícita basada en una famosa fotografía del gueto de Varsovia (1943), en el que apresan a un niño que ha intentado huir.





Ya con el cuento de Collodi, nuestro querido aunque travieso Pinoccio (1988), se puede observar una perfectamente reflejada Toscana, repleta de calles estrechas y viejos edificios.



Sin embargo, yo destacaría sobretodo de estas ilustraciones, los detalles que podemos encontrar en cada una de ellas. La vista no tiene suficienta capacidad para poder observar todos ellos, y podemos pasarnos un cierto tiempo hasta que descubrimos todos los objetos que aparecen, y sin darnos cuenta, cuando ya los hemos descubierto, nos encontramos atrapados en ese ambiente toscano, tan real y palpable como la vida, pues está lleno de ella. Esta sensación también está motivada por la multitud de personajes secundarios que adquieren tanto protagonismo como lo que cuenta Collodi. Muchos lo ven inspirado en otros autores como Van Gohg o Brueghel, en este caso, Juego de niños.




En ocasiones, me recuerda a una película, pues las dobles páginas que emplea Innocenti muestran un único paisaje, pero con dos acciones diferentes, como se ve en este dibujo.




O en este otro en el que el lector puede vivir lo narrado como lo vive el propio Pinoccio, desde una estatura pequeñita.



Por último, en La historia de Erika (2003), de nuevo se recrea la Segunda Guerra Mundial, pero como si fuera un documento fotográfico. Las ilustraciones son como fotos viejas en blanco y negro o en color sepia, y las figuras humanas están cortadas por la cintura o de espaldas. Al no aparecer el rostro, el autor nos da a entender que la importancia radica en la acción que sucede más que los personajes que vivieron esa acción (realizando una generalización de lo acontecido).








Ilustró algunos cuentos más como El último refugio (2002), Cuento de Navidad (1990), Velas, raíles y alas (1981) y El Cascanueces (1996). Pero creo que los explicados anteriormente son los más adecuados en cuanto al tema de mi blog. Roberto Innocenti ha obtenido el Premio Hans Christian Andersen 2008 en su modalidad de ilustración, lo que creo que queda evidente tras haber repasado parte de su obra.

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